Hacía ya tiempo que no almorzaba tal y como mandan los cánones, pero almorzar no en el sentido que toma la palabra en la lengua castellana, para designar lo que coloquialmente se le llama comida, como por ejemplo, cuando comen los políticos, vete tú a saber por qué, sino como lo hacemos los valencianos, l’esmorzar, el de las 9:30 de la mañana. Aquí en València al almuerzo se le llama esmorzar y a la comida dinar, es imposible llevarse a confusión. El almuerzo es una de las comidas más importantes del día, una costumbre que, de bien seguro, viene de levantarse muy temprano, desayunar poco, hacer esfuerzo físico en el trabajo un par de horas y sentir la necesidad de reponer fuerzas.

Más de un año he tardado en ir a probar los platos que sirven en el bar Torres de Bellreguard. Varios amigos, buenos gourmets, con los que suelo comer a menudo, me habían hablado de lo bien que se come en el bar Torres. Unas veces por estar lleno, otras por estar de vacaciones, la cosa es que por hache o por be, un año he tardado en venir, así que los comentarios sobre lo bien que allí se come iban subiendo en número y en detalles, creando unas expectativas cada vez mayores.
Ya sabéis el peligro que conlleva esto, que las expectativas que se hace uno superen a la realidad, pero no fue así. Yo sabía a lo que iba, un bar de los de toda la vida, de aquellos que cuando yo era pequeño había por todas partes y hoy están tristemente en peligro de extinción.

El bar Torres, continúa con los auténticos platos de siempre, los tradicionales, con “picaetes” como coques, figatells, sepia, calamar, riñones, “fetge”, que a ver, con respecto al hígado, que me apasiona, ¿tan difícil es encontrar un buen plato de hígado de cordero de nuestros montes?, es mucho, que digo, muchísimo más fácil encontrar en los restaurantes un hígado de pato francés o húngaro, vete tú a saber de donde es, ojo, el de pato también me gusta bastante.
A lo que íbamos, aparte de las “picaetes” también hay guisos, algunos contundentes y otros más ligeros como el bonyitol al forn, el magre amb tomaca, allipebre de anguila, el conejo al ajillo o en invierno, me dicen, el rabo de toro o el codillo.
Empezamos con una copa de herbero de la Serra de Mariola con gaseosa, me pareció extraño, pero como es la costumbre del lugar, pues adelante. ¡¡Qué sorpresa tan agradable!! Es una combinación, fresca, suave y ligera. Después nos sentamos a reponer fuerzas. Os dejo las fotos de los platos que, excepto el magre amb tomaca y el bonyitol, eran platos individuales, el resto fueron a compartir:

Cacahues i tramussos, un clásico que nunca debe de faltar, con el que se empieza y se termina. Nunca deben de faltar.

La típica ensalada, con sus adecuadas salmueras.

La tomaca de cosecha propia, recién cortada, Carlos, uno de los amigos sentado a la mesa la trajo de su huerto. Uno de los sabores que definen el verano, sabor excelso.

Impecable el calamaret, cocinado a fuego fuerte, buen bocado.

 

Uno de los mejores platos y de los más difíciles de encontrar, riñones e hígado de cordero. Para mi gusto los riñones un poco crudos. El «fetge» excepcional.

 

Figatell, un producto que me gusta de todas las maneras, pero quizá esta sea de las que menos, demasiado plano, por lo que para mi gusto, demasiado hecho. También le sobró el aceite. A mi modesto entender es un producto que se hace o a la plancha o a la brasa, no lo entiendo frito.

 

Sepia a la plancha. Simple y sencillo. Gran producto muy bien cocinado.

 

LLomello amb tomaqueta, un plato que te recuerda aquel sabor de niñez, aquel tiempo de inocencia y calma. La guarnición de verduras es extraordinaria. Pienso que cualquier carne que le pusieras a esta guarnición quedaría genial, porque el verdadero protagonista son las verduras de la guarnición. Lo dicho extraordinaria.

 

Bonyítol al forn, otro plato que te hace una vida más feliz. Muy bueno. Bien hecho, todo en su punto.

Uno de los bares que quedan con una amplia representación de cocina valenciana, con aquellos platos que se han quedado por pura evolución en tradicionales para el almuerzo. Mientras estos maravillosos bares existan podemos estar seguros de que comeremos bien. Eso si, no os confundáis, no es un restaurante elegante, es un bar de los de toda la vida. Muy digno.

Con vino suficiente, café y gin tónic la cuenta subió a unos 17€.

BAR TORRES
Carrer Dos de Maig, 30, Bellreguard, València

Tel.- 96 281 51 34